Necesitamos salir
para fundar el mundo;
surgir en la poesía
para reconquistar el origen.
Se desgarra nuestra voz
cuando insistimos
en darle al delirio su forma,
cuando la historia
palpita en nuestras manos,
en las pupilas de quien escribió
que el hombre es pluralidad y diálogo.
También lo sabemos:
nuestra voz es muchas voces
y nuestras voces
son una sola voz.
Se abre el sol en su tamaño
incendiando su talismán
que cambia el sentido de las cosas
y un idioma sagrado
que sigue oculto
nos invita a ser lo que somos;
como el lenguaje
que a pesar de su secreto
describe el tiempo
y atraviesa la semejanza,
la dirección múltiple,
el juego de los senderos
que despiertan a un nuevo laberinto.
Algo sucede detrás de las puertas
donde ya nadie habita,
una lanza s aproxima
con l pnsaminto
Cuando cae la tarde
y todo se ajusta a su regreso.
Habrá otro silencio;
pero también quienes guarden
las palabras exactas
para exorcizar el miedo.
Nada queda…
ni el poema.
Me marcho,
me dirijo hacia mi mismo.
Hay que empezar de nuevo.
me dirijo hacia mi mismo.
Hay que empezar de nuevo.
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