miércoles, 24 de julio de 2013

MI SIMON BOLÍVAR Por Margarita Gomez Agudelo

Bolívar dsnudo, Rodrigo Arenas Betancur.

MI SIMON BOLIVAR




A Manuela Betancourt Marín, dedico



No eres para mí el adusto guerrero que se exhibe en las academias,

caballero en un corcel fogoso,

o mirando desde un trono apoyado en el mango de la espada

el lejano horizonte con gesto displicente.



No eres ese Bolívar, guerrero en receso, mito deshumanizado

a quien yo amo.



Amo al Bolívar hombre, al amante de Manuela, de esa loca iluminada

que bajo el sol y la lluvia, transmontando los helados picos

de los páramos andinos, siguió segura tu huella

Al Bolívar derrotado, con la casaca raída, sin medallas,

con sed física, con hambre, solo enfermo, sometido

a su condición humana, seguido por una tropa d humildes hombres del campo

expertos en la labranza que tú trocaste en guerreros.



Porque erramos el camino y no seguimos tus pasos,

hoy América Latina es un pueblo gobernado

por déspotas y tiranos

que imponen su voluntad a golpes de bayoneta.



La muerte te sorprendió pobre y solo. Minado estaba tu cuerpo

y tu espíritu minado, cuando todo lo brindaste:

fortuna, honores y gloria,

sin comprender que era el paso definitivo hacia la cumbre.

Porque no fu en Angosturas, en Boyacá o Carabobo,

donde Don Simón Bolívar recibió la alternativa de la inmortalidad:

fue en Santa Marta, traicionado por la gloria, la fama y la adulación

donde comprendió el sentido de su lucha.

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